Es largo de explicar cómo nos hemos decidido a hacer esta ruta, o más bien dicho rutón: que si el horario de trenes, que si amanece demasiado tarde... total, que finalmente nos decidimos y nos tiramos a la aventura.
Para los que no lo sepan, hace como 5 años, un grupo de intrépidos ciclistas intentamos hacer esta ruta, pero lo cierto es que la logística la llevábamos más bien floja. Vamos, que ni un mapa, ni un triste GPS (¿eso qué es lo que es?), aventureros inconscientes, nos perdimos, nos caímos, nos rendimos y abandonamos antes de llegar a la meta, volviendo a casa en tren y con la cabeza más bien gacha.
Aunque hace un par de años me aventuré en solitario a realizar la ruta en sentido contrario (ver relato de aquel día
aquí), esta vez he podido contar con la compañía de
Damián, que ya había hecho el recorrido en los tiempos remotos (cuando los romanos iban en moto...) y que en los últimos tiempos parece que vuelve por sus fueros bicicleteros, con ganas renovadas. ¡¡Bienvenido de nuevo a casa!!
Es una verdadera lástima que ningún otro miembro de los Rigid quisiera o pudiera acompañarnos, pues la verdad es que salidas de este calibre hacen equipo y no todo en esta vida van a ser "Prehistóricas" o "subir matagays por Collserola"... vamos es mi opinión...
Bueno, creo que es el momento de que vayas a la nevera a buscar algo de comer pues todavía no ha empezado la crónica de la salida y esto se prevee largo.
5:20 AM suena el despertador y con más sueño que un tonto me levanto, me visto de ciclista y desayuno un poco, aunque a esas horas no es que tenga mucha hambre que digamos.
Meto la bolsa de agua en el Camelbak y cojo el bidón fresquito de la nevera. Me despido de la cónyuja hasta la hora de comer y para la estación de Renfe de Badalona, donde había quedado con Damián.
A pesar de ser las 6 de la mañana no hace nada de frío... o quizás son los nervios de la aventura. Lo cierto es que voy con manguitos y chaleco y tengo calor.
Llego superpronto a la estación y allí me encuentro con otro ciclista de montaña con el que comento lo locos que estamos de madrugar a esas horas.
Al ratito llega Damián y viene con la indumentaria veraniega: culotte cortito y mallot sin mangas. Además no trae ni cortavientos ni ninguna otra prenda de abrigo ¡¡¡con un par!!!. Menos mal que trae algo de agua y un bocata para el camino, pues ya veía peligrar los míos, jeje.
Sacamos los billetes y cruzamos hasta el andén donde cogemos el tren a los pocos minutos. La fauna que habitaba el ferrocarril era digna de un reality televisivo tipo Gran Hermano. Lo primero que vemos al subir al vagón es una chica que pasa de un lado a otro gritando "¡¡¡Putaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!. Vamos, para alucinar...
Una hora y cuarto después llegamos a la estación de Tordera. El día está bastante nublado y parece que amenaza lluvia. Enciendo el GPS y empezamos a reseguir un track que he dibujado los días anteriores sobre el mapa y que nos servirá para enlazar con otros dos tracks más adelante.
Circulamos por una carretera muy poco transitada que sube suavemente al principio en dirección a Hortsavinyà y que luego, a tramos, va cogiendo algo más de pendiente. Tengo que decir que esta fue la misma ruta que usamos hace 5 años aunque ahora está mucho mejor pavimentada. Teníamos una ruta alternativa que sube por el centro de Tordera pero esta era la original y por esta subimos.
Poco a poco vamos cogiendo cota y ya se ve Tordera abajo en el valle. La civilización se acaba y empieza el Parc del Montnegre i Corredor, con unos paisajes preciosos y con montones de castañas caidas en el suelo, de las cuales los jabalíes, aprovechando el regalo de la naturaleza, casi no han dejado ni una, sólo las cáscaras.
Llegamos a Hortsavinyà y hacemos una paradita para "ir al lavabo". A la salida me hago la picha-un-lío con el GPS pues es donde tengo que cambiar de track y tengo tres dibujados en la pantalla al mismo tiempo. Un par de vueltas y de nuevo en ruta hacia Can Benet, donde pasamos al lado de su curioso poste indicador. Por cierto, siento la falta de fotos de esta crónica...
Vamos avanzando a muy buen ritmo, conservador pero buen ritmo pues los kilómetros hasta la línea de meta todavía son muchos y el cuerpo nunca se sabe cómo va a reaccionar. Pasamos por lugares que la memoria quiere recordar desde la última vez: Sant Martí de Montnegre (la otra vez tuvimos que saltar una valla para abrir una manguera y coger agua), el cruce hacia Olzinelles (donde la otra vez nos equivocamos de GR y bajamos hasta Sant Celoni y tuvimos que volver a subir 12 kilometrillos de nada), la bajada donde Víctor (sí, el mítico Víctor de "la pista del Víctor") se empiñó bajando... Aisch... ¡¡¡qué recuerdos!!!.
Casi sin darnos cuenta llegamos a Can Mora, una finca donde dejamos la pista ancha y cogemos una trialera para bajar hasta Vallgorguina. En esa bajada gastamos una brida de plástico pues el sensor del cuentakilómetros de Damián está bailarín y no para de dar morcilla moviéndose del sitio y dejando de marcar o chocando contra los radios. Una brida y se acabó el dar la brasa.
Llegamos a Vallgorguina y allí encontramos un bar justo al pie de la carretera donde con un cortadito y una Coca-Cola nos tomamos los bocatas para reponer fuerzas, pues sabemos que lo peor viene a continuación. La subida hasta el Santuario del Corredor nos espera con una larga subida que nos llevará más arriba de los 600 metros de altitud.
La subida se presenta ante nosotros con menos rampas duras pero mucho más larga de lo que la recordaba. Lo cierto es que se hace interminable y parece que no se va a llegar nunca arriba, aunque afortunadamente se acaba llegando.
Una vez arriba, vemos el bar pero ni nos paramos ni nada. Hala, ¡para abajo a todo trapo!. ¿Qué es más fácil subir una bajada o bajar una subida? Pues es más fácil bajar una subida... como todos sabemos. Así que enseguida llegamos hasta la carretera y enfilamos hasta Can Bordoi.
A partir de aquí es un continuo baja-sube: se baja hasta cruzar una carretera y se vuelve a subir para atravesar otra montaña, hasta que hay que volver a bajar para cruzar otra carretera...
Al llegar a la urbanización Sant Carles, pienso en el Presi, pues ya estamos en su territorio y presto atención no vaya a ser que nos lo encontremos. Sin verlo subimos toda la urbanización que, por cierto, no recordaba lo larga que era la jodía...
Llegamos hasta la pista que va a dar a la cantera y que hay que rodear por un sendero con marcas de GR. Allí nos toca patear y con un montón de kilómetros en las piernas, la verdad es que se hace pesadito.
Por fin cruzamos la última carretera y nos adentramos por Séllecs, donde empezamos a encontrar las marcas de la Trinxacadenes que se debía celebrar al día siguiente y a algunos ciclistas resiguiéndolas.
Coll de Porc y la Roca d'en Toni. Esto ya es el "jardín de casa" y vemos que ya casi lo hemos conseguido y que sólo un desastre nos impediría llegar a casa. Nos comemos una barrita y me hago un Isostar que mezclado con la barrita sabe a rayos. Todo sea por el aporte de minerales y por descansar un poco, ya que desde Vallgorguina no nos bajábamos de la bici.
Enfilamos la subida hacia Sant Mateu y, mira por donde, ¡¡allí que baja el Presi!!
Nos paramos un segundito, nos saludamos y enseguida seguimos la marcha bajando por la pista ancha en dirección al desvío de Alella.
Parece que empiezo a estar cansadillo pues aunque el recorrido es más que conocido, en un par de ocasiones la bici toma vida propia y traza por donde le da la gana y no por donde yo querría trazar. Esto es signo evidente de que la concentración ya me empieza a fallar un poco. Damián, que aunque no lo he dicho es extraterrestre, sigue bajando a toda castaña como si nada...
En el desvío hacia Alella empezamos a bajar en dirección al mar y por suerte Damián no coge ninguno de los senderos y bajamos por pista ancha. Seguramente lo hubiera pasado fatal pues, como decía, la bici empezada a rebelarse contra mí.
Tras Alella enfilamos con más ganas que nunca en dirección a Montgat y desde allí, ya por carretera, hasta Badalona, donde nos despedimos más contentos que "niños con PlayStation nueva", pues la aventura ha finalizado según lo previsto, disfrutando de paisajes que no recorremos habitualmente y que bien merecen el madrugón que nos hemos pegado.
Durante la mañana de pedaleo se nos han ido ocurriendo más "maldades" en forma de recorridos, cuyos tracks tengo guardados en un directorio especial de mi ordenador bajo el título "Salidas míticas pendientes". Seguiremos informando...