Después del temporal de viento del sábado, nosotros que no nos asustamos "asín como asín", quedamos el domingo para dar un paseito y poder comprobar cómo estaba la montaña de rota.
A las 9:00 nos presentamos en casa del Sr. Presidente Óscar y un servidor y tras los saludos de rigor, nos dirigimos en dirección a Vilanova del Vallès.
La mañana estaba fresquita a pesar del sol radiante que lucía y el viento, aunque no era ni mucho menos comparable al del sábado, se hacía molesto a ratos.
Por caminos rurales pasamos por el campo de antenas del Radio Club EA3FP. Para los profanos en el tema, os explicaré que esto es un grupo de radioaficionados que tienen una pequeña finca donde exhiben un campo de antenas bastante espectacular y que es plenamente visible desde la autopista AP-7. La próxima vez que paséis por allí fijaos...
También pasamos junto a la cárcel de Quatre Camins, que al ser domingo, día de visita, tenía una gran afluencia de coches para visitar a los "inquilinos".
Como parecía que el día iba de visitas turísticas, también pasamos por las obras del AVE que ha de unir Barcelona con Francia y que por esos lares pasará sobre una estructura elevada.
Así llegamos hasta Vilanova del Vallès y nos dirigimos hasta Vallromanes, donde hacemos un referéndum sobre la marcha, para decidir la ruta que nos debía llevar hasta la carretera de la cornisa: "Carretera hasta la Font de Cera" o "Pista por Vallromanes".
En vista de que las abstenciones eran mayoritarias, el único voto de Óscar decidió que por la carretera que la pendiente era menos acusada. Tengo que reconocer que hasta ese momento, los dos figuras me llevaban con la lengua fuera a un ritmo que estaba a punto de hacerme "petar" y que me estaba haciendo sufrir para poder seguirle la rueda a Óscar, hasta que en un repecho de la carretera, por fín, aflojó el ritmo. En cuatro días no habrá quien lo pille si sigue evolucionando así. Espérate que le ponga los pedales automáticos...
En un momento llegamos hasta la cima del puerto y el solecito del Maresme nos recibió con su más cálida bienvenida. ¡Qué calorcito más rico!. A partir de allí, terreno conocido para mí, cogimos la carretera de la Cornisa subiendo en dirección a Sant Mateu.
Se podían apreciar bastantes destrozos en los árboles por el viento huracanado del día anterior. Árboles enormes tumbados o directamente partidos por la fuerza del viento. Un espectáculo realmente impresionante sobre las fuerzas de la naturaleza y que nos dan una cura de humildad al todopoderoso ser humano.
Al llegar al mirador del Maresme, el viento frío que corría, nos obligó a hacernos una foto rápida y a seguir subiendo hasta Sant Mateu, pasando por el desvío sin detenernos y siguiendo hacia la Roca d'en Toni, desde donde se veía el Castell de Burriach espectacular en su cima. Un día de estos iremos a visitarlo.
En el mirador del Maresme
Seguimos hacia Sèllecs y allí el destrozo en los árboles era todavía mayor. Vamos que el bosque estaba "to roto". Tras pasar por Sant Bertomeu de Cabanyes, cruzamos la carretera y continuamos hacia Parpers, primero por trialera inciclable y después por pista. Nuevo cruce de carretera y ya nos desviamos por senderos y caminos de la Prehistórica en dirección a La Roca del Vallès y con el objetivo de pasar por el famoso "sotobosque" donde nos hacemos esta foto dedicada al hoy ausente Fonzo.
Unos cuantos árboles cruzados en el camino que tenemos que sortear como podemos nos retrasan más de los previsto y deslucen un poco una bajada que es para tirar cohetes.
Se acaba la pista y llegamos hasta la carretera que lleva a La Roca, donde el viento otra vez nos espera, aunque antes tenemos que cruzar algún que otro charquito.
Como Tico y Óscar saben andar en bici de carretera, enseguida se agrupan para taparse del aire y yo intento hacer lo propio añadiéndome al final, aunque con más voluntad que acierto.
En el último repecho antes del semáforo de La Roca, Óscar que viene ya justito de fuerzas, se queda y yo intento seguir a Tico, quedándose en eso... un intento.
Como la hora se nos echa encima, decidimos coger carretera hasta casa de Tico y allí nos enfrentamos al tráfico voraz, convirtiendo este pequeño tramo en el más estresante de toda la salida.
Suerte que pronto se acaba y ya por pista llegamos hasta el barrio del Sr. Presidente y ya en su casa, manguerazo a las bicis antes de subirlas al coche y Tico nos invita al aperitivo que había servido de motivación para que Óscar viniera hoy con nosotros.
La verdad es que una cervecita después del esfuerzo sienta de maravilla. Charlando, charlando, se pasa el tiempo volando -mira que verso más "potito"- así que recojo los bártulos y nos despedimos hasta la próxima, habiendo disfrutado de una bonita salida en bici.